La agricultura es resiliente por naturaleza. Si aunamos las voluntades público-privadas, seremos capaces de revertir la disminución de la superficie sembrada
El año que se recién termina no fue fácil para el sector agrícola, no sólo lo afectaron los imprevisibles temas climáticos, siempre presentes, sino que surgieron factores externos como la guerra entre Ucrania y Rusia. Algo que inicialmente parecía lejano, impactó fuertemente en nuestro país, con explosivos aumentos en los precios de los fertilizantes y los combustibles. La congestión en los puertos chinos por tema covid afectó fuertemente las exportaciones de productos perecibles. Los mayores tiempos de tránsito y demoras en descarga fueron nocivos para la fruta chilena.
En lo interno son las incertidumbres las que más importan, la escalada en la violencia rural, las implicancias del proyecto de las 40 horas y su impacto en épocas de mano de obra intensiva e impostergables como son las cosechas, el nuevo código de aguas, el plan de adaptación al cambio climático, la reforma tributaria, el alza en las tasas de interés, solo por señalar las más importantes.
El tema de la seguridad alimentaria volvió con fuerza a los titulares, se evidenció el peligro de no contar con un sector agroalimentario robusto, y de lo vulnerable que somos si dependemos demasiado de los alimentos importados.
Se espera que el énfasis del 2023 de nuestras instituciones sea la estabilidad, disminuir las variables, fortalecer la educación técnica agrícola, se necesita mano de obra capacitada si queremos mejorar las productividades y ser más eficientes, y por cierto evitar la migración del campo a la ciudad, que ha significado ir mermando las áreas de cultivo que se han convertido en parcelaciones.
La agricultura es resiliente por naturaleza. Si aunamos las voluntades público-privadas, seremos capaces de revertir la disminución de la superficie sembrada y de las cabezas de ganado, asegurando de esta manera el capital agroalimentario del país, los índices de obesidad en Chile son preocupantes, por ello el consumo de productos frescos, saludables y trazables son fundamentales para mejorar la salud de toda la población y la reactivación de un sector estratégico en la economía nacional.