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El legado presente de Jorge Prado Aránguiz

Víctor Valentin

Por Víctor Valentin, presidente de SAVAL FG

Estudiante, agricultor, dirigente y secretario de estado. Cada una de estas facetas tuvo en su vida Jorge Prado Aránguiz, ex ministro de Agricultura y quien hace unos días falleció a la edad de 80 años. He aquí, algunas palabras de reconocimiento de Saval FG a unos de los hombres más destacados del agro nacional, y quien tuvo que dirigir y reformar las políticas silvoagropecuarias en complejos momentos de la historia del país.

Nacido un 25 de marzo de 1938 en San Vicente de Tagua Tagua, a fines de los 50’ Prado ingresó a estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), pero luego de tres años, tras la muerte de su padre, debió abandonar la carrera para hacerse cargo de los fundos agrícolas familiares. A esta temprana edad y ya como agricultor, se transformó en dirigente de diversas agrupaciones gremiales comunales, regionales y nacionales, entre ellas la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), donde ocupó los cargos de vicepresidente y presidente.

Más tarde, en 1982, y en medio de una grave crisis económica y financiera, fue llamado por el gobierno para ser ministro de Agricultura, cargo en el que permaneció por más de seis años.

Como secretario de estado, su estilo se basó en un liderazgo sencillo pero enérgico, generando sendas confianzas con los agricultores. Apoyo crediticio por medio de líneas especiales de crédito a productores, mayor seguridad en la comercialización a través de la instalación de bandas de precios –para generar estabilidad económica interna- y la promoción de transferencia tecnológica hacia el mundo del agro mediante el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) –lo cual permitió elevar el promedio nacional de producción de trigo de 1.700 kilos por hectárea a 3.400 en seis años- fueron los pilares de su gestión pública.

Como Saval FG hoy constatamos el progreso del agro chileno, y es debido a ello que no podemos restarnos de recordar con sincera gratitud y estima a Jorge Prado Aránguiz, cuyo estilo visionario, pero a la vez realista, generó positivas transformaciones en toda nuestra agricultura, las que perduran hasta hoy, como un silencioso pero presente legado.

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