
El 1 de enero de 2024 marca la entrada en vigor de la Resolución Exenta N° 4116/2023 emitida por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), una iniciativa que busca regular el uso de antibióticos tanto en la población humana como en la animal. La medida se fundamenta en la creciente resistencia bacteriana a estos medicamentos, debido a su uso excesivo. Esta normativa procura garantizar que los alimentos sean producidos siguiendo las directrices de un uso prudente de antimicrobianos.
De acuerdo con esta nueva ley, los veterinarios se ven en la obligación de proporcionar una prescripción que consta de una orden de compra electrónica para adquirir el medicamento, así como una prescripción de uso que respalde el tratamiento administrado a los animales destinados a la producción alimentaria. Aunque es innegable que la intención detrás de esta ley es salvaguardar tanto la salud humana como la de los animales, resulta preocupante advertir los posibles obstáculos que podrían surgir en su implementación.
El primer desafío es hallar a un veterinario con el tiempo disponible, ya que frecuentemente están ocupados en el campo con los animales o en movimiento de una locación a otra. Esto hace que sea poco factible contar con la inmediatez necesaria para generar una receta. Además, considerando que atienden múltiples predios, es concebible que, en un corto lapso, se les soliciten múltiples recetas. Ni siquiera se toma en cuenta los problemas de conectividad que afligen a ciertas zonas rurales. Esta coyuntura plantea una amenaza a la concentración que estos profesionales necesitan cuando llevan a cabo su labor en el terreno, lo que a su vez puede resultar en demoras en la aplicación de tratamientos y un eventual sufrimiento animal.
Como gremio, estamos plenamente conscientes de la relevancia de esta resolución. Sin embargo, es esencial mencionar que las explotaciones lecheras y ganaderas ya llevan un control riguroso sobre los antimicrobianos que emplean, las recetas son retenidas y en las plantas lecheras realizan análisis diarios para detectar la presencia de antimicrobianos en la leche, imponiendo severas sanciones a los productores si se hallan rastros de estos compuestos en las muestras. Un procedimiento similar se sigue en las plantas faenadoras. Por ende, consideramos imperativo que la resolución sea ajustada para adecuarse a las particularidades de cada sector y región del país. Esto se debe a que el trabajo de un veterinario se desarrolla en el campo, no en un escritorio redactando recetas.