Ha llegado el otoño, atrás ha quedado un verano más. Cereales y frutales ya cosechados y forraje conservado. Raudo se avecina el invierno y otro ciclo productivo. A la incertidumbre por el costo de los insumos se suma la anunciada no renovación del estado de Excepción Constitucional. Fuimos testigos de la necesidad de la presencia militar en diversas trillas de la Macrozona Sur, y fuerzas especiales de Carabineros para resguardar algunos procesos de ensilaje, nada normal, pero lamentablemente necesario.
El recién instalado gobierno quiso dar una señal de control, gestión y manejo en el tema de la violencia y terrorismo rural. En su primera entrevista en la Moneda anunció el viaje de su ministra del Interior y Seguridad a La Araucanía. El bochorno ocurrido es sólo anecdótico, lo grave es la total desconexión con la realidad local y la constante negación de los hechos de violencia sistemáticos y coordinados. El país entero ha sido testigo de la violencia y uso de armas de fuego cuando la policía ha intentado ingresar a ciertas comunidades. Sin embargo, el nuevo gobierno pensó que, con buena voluntad, guiños como nombrar Wallmapu a La Araucanía o anunciar el término del resguardo que aporta el ejercito, se ganaría el corazón de una organización criminal, dispuesta a generar terror con tal de mantener su actividad. Tremendo error. Grave es también que el gobierno haya indicado que se cometió la desprolijidad de no conseguir los permisos necesarios o autorizaciones para circular por un camino público, minimizando una vez más los graves hechos de delincuencia.
¿Cuál es la señal para los habitantes de la región? ¿Qué deben esperar cuando ni la ministra del interior puede circular con seguridad? El ex ministro de Defensa del gobierno anterior informó una disminución del 47% en los hechos de violencia, 73% en las tomas de terreno, además de confiscación de armas de fuego y droga durante el Estado de Emergencia en la Macrozona Sur. Cuesta comprender las razones técnicas para no renovar una presencia que ha dado cierta tranquilidad en la zona y ha permitido seguir trabajando.
Sabemos que no es la solución definitiva, pero hacemos un llamado al gobierno para que reevalúe la necesidad real de seguridad y no deje desprotegidos a los habitantes del Sur de Chile.
