
Avanzado el verano, entristece ver los diferentes focos de incendio que se han producido en algunas partes de nuestra región y sobre todo en la IX y VIII regiones. Estos son producidos por personas, algunas por un descuido y otras con la clara intención de dañar predios y personas y de atemorizar a la población. Estos generaron cortes de carreteras, amenazaron ciudades y pueblos y sobre todo destruyeron el esfuerzo de tantos campesinos y agricultores que vieron transformados en cenizas sus proyectos y sueños, si es que no la vida de alguno de los suyos. Aunque sea una realidad incómoda de reconocer, estas acciones durante los últimos años tienen cierta habitualidad durante el período estival donde es más fácil iniciar y propagar sus dañinos efectos.
Seguramente como ocurren acá en el sur, tierras lejanas para muchos, no causan gran alarma pública y sólo son noticia brevemente, no remeciendo parece a aquellos que esperaríamos ver abocados a encontrar las soluciones. Lo evidente es que hay diversas brigadas conformadas por gente sencilla entregada a contener y controlar estos siniestros junto a los agricultores afectados por igual. Los medios de apoyo como los helicópteros son atacados por individuos con armas de fuego y ya no parece sorprender a nadie.
Paradojalmente, este tipo de hechos son tomados sólo como acciones delictuales y no terroristas, justificándose con argumentos tras de los cuales se adivinan ideologías e intereses espurios, que tratan de justificar y defender lo indefendible. Mientras tanto, los ciudadanos comunes en este caso los agricultores, nos vemos sometidos a un ambiente hostil y debemos seguir aceptando la indefensión y falta de efectividad de aquellos que hemos elegido para protegernos, de aquellos que deben legislar con celo y conciencia buscando el bienestar común y de aquellos que deben aplicar la ley de forma igual para todos, fortaleciendo así el accionar de las policías. Como sociedad en general, no debemos aceptar y menos acostumbrarnos a hechos como estos. No debe haber justificación que permita este tipo de acciones. Todos como sociedad, debemos repudiarlas y atacarlas hasta sacarlas de nuestras vidas, sólo así podremos volver a una real normalidad.
Columna Diario Austral Valdivia